Call me by your name es una fantástica película que habla del despertar sexual de un adolescente homosexual durante unas vacaciones en Italia. El título se extrae de un instante de intimidad donde los amantes expresan su deseo de que cada uno le llame al otro no por su nombre propio, sino por el de él mismo. “Llámame por tu nombre” es una declaración de amor, como la más absoluta unión, una fusión de identidades: yo soy tú, tú eres yo.
Yo he tomado prestado este título cambiando el “your” (tu) por el “my” (mi) para titular esta entrada porque cada vez estoy más enamorada de mi nombre, cada vez más identificada con él.
Puedes pensar que el nombre no tiene mucho que ver con esto, que todo nace de la conexión con nuestra esencia. Sin embargo, de un tiempo a esta parte sí considero que el nombre tiene mucho peso, y más en personas que son nombradas de diferente manera.
Yo soy Tati para mi familia y algunos amigos. Soy Espe para otra gran parte de mis amistades. Esperanza para muchos otros.
Con todos me encontraba cómoda hasta que sucedió algo que me hizo conectar por completo con el nombre de ESPERANZA.
Mi profesora de coaching personal y ejecutivo me hizo una práctica de coaching familiar durante una clase y fue ella la que destacó el gran peso que tenía mi nombre en mi carácter y en mi biografía (el significado de esperanza tiene mucho valor para el ser humano). Nunca me había parado a pensarlo. Pero justo en ese momento sonó un “click” en mí. Al día siguiente fui a pasear con Queca al parque y, sin prácticamente darme cuenta, una potentísima voz interior me gritaba “Esperanza” según caminaba, y eso hacía que un sentimiento de bienestar fuera agrandándose en mí.
Tomé la decisión de comunicarle a todos los que no me llamaban de esta manera mi deseo de que se me nombrara así: misión imposible a nivel familiar (mi madre se ha ofendido al tomarlo como un rechazo hacia su elección. Alguna hermana no ha podido reprimir la risa y ha expresado que le parece otra más de mis rarezas). En el capítulo de amigos sé que le ponen empeño, que respetan mi decisión, pero que resulta igualmente complicado.
Me vale Esperanza y también me vale Espe, no obstante, cada vez me encuentro más alejada del Tati.
Para mí Tati es la niña que sigue estando ahí, pero cuando alguien me nombra así, siento como si estuvieran llamando a una extraña (y no exagero, cuanto más tiempo pasa, más distante me encuentro de ese apodo que mi madre me puso al nacer). Es algo antiguo, como de otra época de mi vida que ya no está.
Esto último es importante porque hoy me reconozco una mujer que dista bastante de la que fui. Una Esperanza fuerte y entera que no niega sus vivencias y lo experimentado, pero que tiene el deseo de mostrarse tal cual es en este momento, con sus defectos y sus virtudes, con sus cicatrices que la vida le ha dejado, segura de ser quién es.
“Soy Esperanza”, digo cuando me presento. Y esa frase flota en el aire tiñéndolo con el significado de mi nombre. Soy Esperanza pues esperanza quiero ser.
Por ello declaro aquí:
Call me by my name, please. Llámame Esperanza, por favor.
Texto: Esperanza Castro
Imagen: Gracia Olivenza
Yo soy Virginia, Vir o Viryi en mi entorno y pensando al leerte, en casa nombre soy diferente. Qué chulo este post, me hizo verme desde diferentes personitas. Qué bien escribes, leche!!
Gracias, Vir!!!
Te agradezco que compartas cómo te has sentido.
Es bastante común todo esto. Los padres nos nombran de pequeños con diminutivos y así recorremos un trecho de vida. Pero puede que llegue un momento en que ya no nos identifiquemos con ese diminutivo y prefiramos llamarnos de otra manera. Y no tiene que generar ninguna ofensa, solo es otra etapa y nada más.
Yo te llamo Vir. Besitos
Uffff, que difícil……pero lo intentaré!
Tengo tendencia a acortar nombres….jaajjaj (Elisa casi siempre es Lili y yo muchas veces Car……)
Gracias, Car!!!
También me vale Espe… pero ya te digo yo que muchos (esos que tú sabes) van a poner cara rara, jajajaaaa
Agradeceré siempre tu esfuerzo.
Muacccsss