Estoy cubierta de barro.
Entera.
Abandonada al goce de sentirme parte de la Tierra.
Soy la que salió de la costilla de Adán.
Nacida de la caricia de decenas de manos que me moldean,
que resbalan sobre mi piel puliéndome.
Mi carne se entrelaza con la carne de los otros.
Todo un cosmos que se funde,
que se licúa y se mezcla formando parte del mismo magma.
Y me abro al sabor salado de la sustancia eterna,
a la lágrima de felicidad compartida,
al fluido que brota desde mis lugares más recónditos.
Mis dedos desanudan mil corazas.
Mi pecho se muestra en ébano cual ídolo naciente.
Me fundo en un mundo de besos,
me inunda el deseo de formar parte del otro.
Dejo que me penetren el amor y la lujuria.
Dejo de ser yo y a la vez soy más yo que nunca.
Sopla el viento y me cuarteo como lienzo viejo.
Ya no soy la sirena palpitante.
Vuelvo a mi corporeidad entre el frío.
Un cristal líquido discurre sobre mí
dejándome como Inmaculada.
Soy de nuevo Esperanza.
Soy esta y, sin embargo,
la mujer mitad pez sigue ahí.
Dentro de mí.
Texto: Esperanza Castro
Imagen: Pixabay
Como llegan las vibraciones de tus palabras Esperanza Castro, como se estremece el tiempo, como pulsa mi corazón. Aguas de renacimiento marcadas con tu sello de sirena.
Gracias, Luis. Recuerdo de una vivencia de biodanza y arcilla este pasado Primordial
Esperanza gracias por compartirlo, bellísimo, profundo, se puede percibir cómo se va desnudando tus corazas, o al menos yo lo percibo así…
Me ha encantado.
Mil gracias, Tita
Muy bonito, Esperanza
Gracias!!!
Hermoso, Esperanza!!
Muchas gracias, Carmen
Que bonito texto Esperanza has escrito!!!! Me ha gustado mucho, lo acabo de leer porque estaba en clase. Saludos
Muchassss gracias, Inmaculada