Despertaba yo hoy a las cinco de la mañana o, mejor dicho, esa era la hora cuando miré el reloj después de vuelta y vuelta y vuelta en la cama sin poder conciliar el sueño, y la cabeza no paraba de bullir.
Las ideas para la entrada de final de año se sucedían sin control ni orden, pero una se imponía sobre las demás: las ganas de contar lo que me había sucedido en 2021 en relación al AMOR.
Conociéndome como me conozco, y sabiendo que si no lo soltaba no volvería a dormir, me levanté ante la mirada somnolienta de Queca y tomé el portátil. Las palabras empezaron a brotar atropelladamente hasta que me sentí vacía.
Satisfecha dejé el ordenador junto a la cama y, ahora sí, concilié de nuevo el sueño pensando tranquila “ya lo tengo”.
Sin embargo, una vez despierta y desayunada volví a leer lo escrito. Como cuando una escribe bajo los efectos del alcohol, que todo le parece de Premio Nobel, la lectura resultó un fiasco. Y tomé la decisión de guardar el texto en el cajón (podría convertirse algún día en material para algún relato, hoy no).
Lo que sí me gustaría decir es que 2021 ha sido para mí un año lleno de AMOR. Y escribo AMOR con mayúsculas, porque he vuelto a sentirme amada en todas las acepciones de la palabra.
He sido amada indiferenciadamente (relativo al amor indiferenciado y universal), diferenciadamente (un one to one); he sentido amor incondicional y desinteresado; también he amado y he sido correspondida… y no, en la forma que yo deseaba.
AMOR de familia, AMOR de amigos, AMOR de pareja, AMOR de mascota, AMOR de desconocidos, AMOR de recién conocidos… INFINITAS MANERAS DE AMAR Y SER AMADA.
De estos AMORES surgieron dos poemas que ya publiqué y que ahora no encuentro sentido reiterar.
No obstante, sí quiero publicar aquí uno de los relatos más cortos que he escrito nunca y que habla del AMOR, un AMOR donde caben todos.
EN EL PARQUE
Caminas y caminas y le buscas, ¿dónde está? ¿A qué hora, en qué momento saldrá a pasear?
Las piedritas del parque se meten en tus zapatos. Esos de purpurina tan cómodos pero tan poco apropiados, los que la gente te mira al pasar.
Tu perro parece incómodo, ¿quién sabe si adivinará? Tiene prisa por llegar a casa pero cuando te paras respira, recibe ávido el descanso e intenta juguetón, de un salto, lamerte el rostro.
El parque está muy seco, hace semanas, meses que no llueve. No hay flores, el césped más parece un secarral. Nadie lo nota o no parece notarlo. Los mayores caminan, los niños juegan, las ramas brotan. Son casi las dos de la tarde, el parque está vivo y a ti te parece un desierto.
***
Estás de nuevo en el parque.
Después del encuentro de ayer, sueñas con verlo de nuevo “de súbito, por sorpresa y correteando”, como él mismo te dijo. Te sientas a esperar como quien espera un milagro.
Lo sientes en el aire, silencioso. Se ha acercado con esa única e inequívoca cadencia, tan suya.
Le sonríes, te sonríe, no sentís rubor al mostraros.
Os quedáis callados… o no… Tu perro, su gata, la tortuga de Mafalda. Os reís. Calláis. Silencio. No es incómodo el silencio.
Un pájaro trina sobre vuestras cabezas, entabla diálogo con otro que lejano parece responder. Sois los pájaros. Sois ellos, los árboles que brotan, los niños que juegan, hasta los mayores que salen a caminar.
Los segundos se atropellan y tú debes volver a casa. Él se despide con prisas como si le esperaran. A ti la comida puesta, a él nada más su gata.
—–
Con todo mi cariño en estas fiestas y para todo 2022.
Texto: Esperanza Castro
Ilustración: Silvia Sanz
La imaginación no te fata, querida Tatip.
Gracias por el cuento, y Feliz Año Nuevo.
Besos
Muchísimas gracias, manucita.
Y feliz 2022 para ti también.
Abrazo largo.